7
—¿Dónde
está su marido, Dolores?—le volvió a preguntar la monja.
—No lo sé.
¡Aaaaaaaaaaaaah!—una nueva contracción hizo gritar de dolor a Lola. El bebé no
tardaría en salir e Isidre aún no había llegado.
—Hija mía estas cosas pasan…
Venís a servir a la ciudad y os abrís de piernas ante el primero que os dice
cuatro cosas bonitas. Luego vienen las consecuencias. Yo puedo ayudarte
—explicó aquella sierva de Dios.
—¿Qué
quiere decir?—preguntó la parturienta. No entendía lo que le estaba diciendo.
—Un niño necesita una madre
y un padre para crecer bien…
—Yo estoy casada. Tengo marido—exclamó sorprendida la joven.
—Claro, claro, hija mía. ¡Lo acabo de ver ahora! —Ironizó la monja—. Mira,
todas decís lo mismo y a veces incluso parece que os lo creáis y todo. Te estoy
proponiendo que hagas lo mejor para el bebé y lo des en adopción.
—¡No!
Le he dicho que yo… ¡Aaaaaaaaaaah!—la contracción había sido mucho más intensa
y dolorosa.
—”Esta
vez la zorra se resiste más de lo normal, pero de todos modos haré que ese niño
que ha de nacer tenga un hogar como Dios manda”—pensó la hermana Pilar, mientras veía como aquella criatura
se abría paso al mundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario